La suavidad visual de su piel era exquisita; su rostro expresaba paz. Paz solamente alcanzada por la extraña sensación de tranquilidad que da la muerte. Pero no de cualquier muerte, sino de la esperada, la que llega sola y es aceptada; no la inesperada. Su bigote se veía mejor que nunca; afuera el viento soplaba con fuerza, una especie de ulular sombrío se llegaba a escuchar, el cual era roto por las burdas palabras de la gente: - Lo siento. – Mi sentido pésame; y todo ese tipo de cosas sin sentido que se repiten en los funerales.
Sin embargo; yo pensaba, realmente no estaba allí; bueno, mi cuerpo si lo estaba, pero mi mente divagaba por otro lado, lejos de allí, en el sitio donde los pensamientos transforman la realidad de cada cual y conforman nuevas visiones.
Como cambian las cosas, ayer reíamos, hoy no; ayer estaba con nosotros, ya no. ¿Cuánto pudo haber pasado desde ese momento hasta ahora?2 horas, 3, 4 quizás; no estoy seguro, pero de lo único que no me quedaban dudas era que estaba muerto. Ya no estaría más con nosotros, se había ido sin consultarlo más que con él mismo.
Su muerte era premeditada, la pensó, la aceptó y la esperó. A todos, menos a él, nos agarró por sorpresa. Él sabía que vendría, era lo que quería.
Lo quería, y no era por que no amase la vida, sino porque él aceptaba su muerte como algo natural; nosotros no. Siempre desde pequeños nos han enseñado a temer a ese momento, verlo como algo malo, mientras que él, siempre trato de inculcarnos el esperar lo inevitable, no temerle. Esperar ese momento era lo que quedaba si habíamos cumplido con nuestros objetivos y disfrutado una vida plena.
Él siempre decía que la muerte, es otro estado más inherente al ser humano, que la muerte no es mala; es sólo otro momento. “ La vida es bella, es excelsa en su sentido de mayor pertenencia de las cosas que hacemos, es la oportunidad que tenemos de esforzarnos, es una aventura. La muerte es simplemente el comienzo de una nueva aventura. Nunca nadie se ha devuelto a decir que es mala”. Que idea tan rara, pero así había sido él; peculiar pero sincero y práctico. Y aunque siempre nos lo dijo, nunca lo internalizamos, o por lo menos no tanto como él.
Ni hablar de lo que decía del dolor; eso, según él, era la mayor demostración de humanidad y vida dentro de nosotros; una manera de sentirse vivo; que mientras más sufriéramos, más nos dábamos cuenta de nuestra condición humana. “ El dolor nos hace sentir vivos, sin dolor la vida carece de sentido alguno, sería como una carne en vara sin vara, o una torta de manzanas sin manzanas, realmente sería un momento vacío del cual no nos podríamos extasiar a cada instante”. Decía que sí todo fuese felicidad y no existiera el dolor, nos acostumbraríamos siempre a reír y a no sacrificarnos por lograr los sueños, ya que tendríamos todo el tiempo para hacerlo. Mientras que con el dolor y la muerte, vivimos en una perfecta relación de zozobra, en la cual luchábamos por sonreír y aprovechar el tiempo al máximo.
Que manera tan extrañamente sincera y diferente de ver la vida. ¿No podría ser más fácil?.
Entretanto, afuera seguía soplando el viento, pero poco a poco iba mermando su furia y su sombría presencia. Apolo, en su carruaje dorado se abría paso poco a poco, dando oportunidad a una nueva esperanza de vida y grandeza a mí devastada alma.
A pesar de todo el dolor presente en mi por la pérdida de mi padre, mi mejor amigo, que se fue casi sin despedirse; solo con el recuerdo de lo feliz que vivió, y dejando un buen recuerdo entre las personas que lo conocieron; me sentí mejor con el calor que poco a poco iba inundando el lugar. A lo lejos se escuchaba el trinar de los pájaros, lentamente camine hacia el árbol más cercano y observé.
Siempre cantan- pensé, pero de sus sentimientos nada se sabe, cantar y cantar. Somos nosotros los que le damos una connotación sentimental al trino de los pájaros, y realmente yo no creo que le impriman una nota sentimental en sus cantos. ¿Será qué la muerte es así?, ¿Y cada quién le da la connotación que quiere?.
Y así, sin más que ese pensamiento en mi mente, me aleje sonriendo y considerando la posibilidad de esperar mi próxima etapa.