sábado, 31 de julio de 2010

Deseo (6)


Se levantó de la cama y escuchó decir a Abel –“Reinita, de verdad te amo, no sé que me pasó. Es la primera vez que me pasa algo así, no te sientas mal, porque no te estoy mintiendo, de verdad te amo.”
El tono suplicante y lastimero de Abel, le molestó un poco, pero se mantuvo serena y le dijo, lo más cariñosa que podía sonar. –“Tranquilo Abel, esas cosas pasan. Hoy ha sido un buen día, de muchas emociones. No te preocupes, de…”
“- Yo sabía mi amada, sabía que me ibas a entender”- la interrumpió Abel, un poco más dispuesto que segundos atrás.- “Eres mi alma gemela, ¿qué bella como me entiendes? Yo lo supe desde que nos entendimos en la cama”
La cara de Verónica era un poema. Una mezcla de indignación, con orgullo femenino y ganas insatisfechas. No supo que responder a eso. Recogió la ropa del suelo y fue al baño. Necesitaba quitarse el olor a saliva que le recordaba a Abel, además necesitaba parar ese calor que sentía por dentro, remanente del buen inicio de la noche.
En el baño lamentó el collar roto y el bikini menos. Entró en la ducha y tomó un baño rápido, necesitaba salir de allí, antes de que a Abel, se le ocurriera la brillante idea de volver a intentarlo. Se vistió y volvió a lamentarse por los objetos perdidos. Se miró en el espejo y con una mueca de risa, se lamentó de su situación.
Al salir del baño se dio cuenta que Abel dormía desnudo en la cama. Verónica volvió a sonreír. Ahora tenía que agarrar un taxi y salir como si fuese una prostituta, antes del cliente, que se queda a dormir en el hotel, mientras ella sale en silencio. -“Por eso es que cobran antes del “show”. Irónica la vida” pensó y Verónica, volvió a sonreír.
Sin hacer bulla salió, tratando de dejar atrás este fatídico episodio de su vida, pensando en que manera le iban a pagar sus amigos por este error. Lamentablemente para Verónica, no todo quedó allí, en ese hotel cinco estrellas de la ciudad. Lo más difícil fue sacar al buena gente de Abel de su vida. Realmente fue muy difícil.
“…No woman no cry/ Oh my Little sister/ don't she'd no tears…” La música sacó de sus pensamientos a Verónica. Delia, reía a su lado. Cómplice por el recuerdo de Abel y le dijo – “Hablando del rey de Roma, quien se asoma”
“- ¿Qué? ¿Ese es Abel?” Preguntó ella sorprendida y controlando un reflejo de salir corriendo. -“Si” –Contestó Delia, aun sonriendo. –“Agustín le cambió el tono del celular, después que nos contaste. Creo que escogió uno bien acertado.” Delia no puedo más y rompió la tranquilidad del momento con una carcajada, que hizo que Agustín se volteara y con teléfono en mano y le hiciera una seña para que se quedará callada.

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