viernes, 18 de junio de 2010

Desasosiego (1/3)


Al no encontrar respuestas, cogió su maleta y se fue. Así terminaba lo que fue un capitulo para el olvido en su vida. Creyó que podía rescatar aquello que amaba, su siempre optimista estado de ánimo lo hizo pensar que podía sobrevivir y culminar de manera exitosa lo que, en un momento, comenzó de manera especial y bella.
Pero por supuesto, no fue así. La vida, que siempre enseña de la manera más difícil, a golpes, había sentenciado que esta historia no tenía un final feliz.
No había forma de interponerse entre la vida y sus designios. No valía ánimo, no valía espíritu, no valía la actitud. Sólo la sentencia firme y cruel de la vida podía tomar forma, dejando sin salida a aquellos ilusos que se creen responsables de sus vidas.
Oh, patéticas vidas de aquellos que con una sonrisa en sus rostros enfrentan los obstáculos del día. Patético intento de evitar lo inevitable. Como hay de esas personas. Abel, era una de ellas.
Volteó y se encontró con una parca expresión de desprecio, esas que son muy sutiles pero que duelen un mundo. Esas que sin dolor, desgarran la carne viva y cuando uno se da cuenta, es muy tarde. El daño esta hecho.
Comenzó la odisea interna, en la cual luchaban sin tregua las ganas de quedarse y completar la misión, contra las ganas de salir corriendo y gritar a todo pulmón que todo estaba perdido.
Cuantas cosas pasan por la cabeza en ese momento, los triunfos, las derrotas, el que dirán. En fin, un sin número de situaciones reales o ficticias que degeneran la mente creando estados de angustia y desesperación, difíciles de soportar. Incluso para aquellos que claman fortaleza interna.

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