Caminó y pensó en bajar a la ciudad, tal vez ya a esta hora
nadie lo vería y por lo tanto no lo reconocerían, además debía buscar unas
túnicas y parte del dinero que tenia en casa de sus hermanos.
Pero rápidamente cambio de idea, ya que le asaltó un
sentimiento de miedo, superior a todo aquello que había sentido en toda su
vida. Incluso mayor que el dolor y el miedo que sintió cuando se enteró de su
realidad. Dolor insoportable que no conoció descanso hasta que aquel entró en
su vida. Divagó un rato hasta que el miedo se fue de su interior, y el sueño le
volvió. Poco a poco se sintió cada vez más cansado y con menos fuerza para
seguir adelante. Se recostó de nuevo y empezó a dormir, no tan tranquilo como
hace dos meses, nisiquiera como hace algunas horas atrás, sin embargo durmió y
soñó.
Luego de haber matado a su padre, el extranjero y de tener
que refugiarse en las sombras, conoció a un grupo de personas que pensaban como
él, gente con nuevas ideas políticas, que luchaban en contra de la tiranía de
los extranjeros, recordó como se volvió el líder de estas personas, incluso,
algunos todavía lo siguen a pesar de seguir a aquel. Lo siguen por ser una
persona de acción, que demostró más de una vez en la lucha que se podía confiar
en él, no solamente negociando con la palabra, sino también con la espada.
Mañana, se encontraría con ellos, y les lideraría de nuevo, los guiaría a la
victoria en contra de los esclavizadores.
Se levantó sobresaltado, por la excitación que le produjo
el pensar en la victoria, ya casi amanecía, ahora era el momento de llegar a la
casa comunal, donde vivía con aquel y los hermanos, buscar la túnica y el
dinero, entre otras pertenencias que poseía allí.
Se estiró con pesadez, todavía se sentía golpeado, pero no
le dio importancia, la última imagen que tenía en su mente era la de la
victoria y el sacrificio de aquel, iba a ser especial, ya que significaría el
inicio de la debacle de los romanos.
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