Por qué no demuestra su gran poder y hace venir un ejército
que lo libere, tome su puesto de una vez como el rey de los judíos y así nos
libere del dominio romano. Los Zelotes estaríamos dispuestos a luchar hasta la
muerte y demostrarle al pueblo hebreo, quien es el poder. ¡Pero no!; él tiene
que esperar por lo que dice el Padre, lo que le dice en sus oraciones y actuar
con calma. Por eso lo entregué, por no haber cumplido con lo que nos prometió,
¿dónde está el reino que él iba a instaurar?, ¿dónde está el poder de los
cielos?, ¿en dónde se están haciendo realidad las profecías de Juan el
Bautista?
Judas doblaba en la esquina y se dirigía a una edificación
muy antigua e imponente; era el Sanedrín, quería hablar con Caifas, el Sumo
Sacerdote. En su mente todo estaba confuso, no sabía si quiera por donde
empezar su conversación con el Sumo Sacerdote, incluso, no sabía si sería
recibido, aunque eso era lo de menos.
Luego pensó, ¿por qué yo, luego de haberle entregado debo
ser quien lo salve?, ¿no era él quien nos iba a salvar?, por qué no usa todo su
poder y lo logra, de esta manera demuestra quién es el Salvador. Además, mi
traición va a traer beneficios para el pueblo hebreo. Mucha gente recibirá
alimentos y muchos otros, armas para continuar la lucha que nos hemos trazado.
Una vez más Judas dudó.
Salió de la antesala del edificio, de nuevo vió el cielo,
éste se encontraba nublado luego de haber amanecido con un sol que destellaba,
vió la lluvia como una señal positiva y trato de tranquilizarse, pero en su
mente sólo encontraba espacio para el temor y la duda, ya la tranquilidad y la
paz no retornarían a su atormentada humanidad, él no lo sabía, pero lo comenzaba
a sospechar.
Decidió seguir su camino hacia la casa de los apóstoles,
sin embargo dudó, volteó la cara y vió de nuevo el edificio del Sanedrín. Algo
le hacía pensar que debía entrar ya que allí encontraría la razón de su actuar.
En ese momento, pasaron por su mente un sin fin de imágenes que mostraban
catástrofes y desgracias; Jesús siendo golpeado por los soldados romanos, el
juicio popular, en el cual el pueblo escogería la liberación de un delincuente
cualquiera en vez de Jesucristo, la posterior crucifixión y todas las
desgracias que caerían sobre los cristianos, las persecuciones y matanzas
ordenadas por el gobierno romano, la derrota y exterminio total de los Zelotes,
su propio sufrimiento al ser catalogado como el traidor, las penitencias impuestas
por la sociedad, el escarnio público, las burlas, los insultos, las pedradas.
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