Ese panorama le lleno de un susto mortal y decidió entrar a
toda costa, atravesó el corredor a toda velocidad; no se detuvo a la voz de
alto que le dieran los guardias al pasar a la sala de lectura e incluso
atropelló a uno de ellos que le interrumpía el paso a los aposentos de Caifás.
- ¿Qué haces aquí? No recibiste tu pago ya, 30 monedas de
plata no te parecen suficientes, ¿es qué acaso quieres más?.- Fue el saludo del
Sumo Sacerdote.
- Vengo a decirte que quiero deshacer el trato, ¡quiero que
lo suelten! No se como pude caer en su juego político.
- Ja, ja, ja, ahora hazte el inocente, tú quieres su caída
tanto como nosotros. Tú crees que es así de fácil, tú te retractas, lo dices y
ya; nosotros lo soltamos. No, no, no lo creo. Ya tú diste tu palabra y nosotros
te dimos la paga, no hay vuelta atrás.
-Pero… es que él es inocente, no es el que ustedes estaban
buscando. Acaso lo han visto investido de poder, lo han visto dirigir un
ejército… ¡No!, es sólo un loco que tiene delirios de grandeza. No es más que
un pobre diablo.
- No importa lo que me vengas a decir, lo que se ha hecho
ya, se ha hecho y punto. ¡No podemos volver atrás! Además, si es como tú dices,
un pobre loco con delirios de grandeza, por qué te importa lo que le pueda
suceder. Creedme que aunque no sea a quien hemos estado buscando, pagará como
tal y su muerte servirá para calmar los ánimos del pueblo.
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